TOMO 1 CAP 12: El plan infalible



Parsea levantó la cabeza del rollo por fin, mitigó la luz de su cuerpo y se dirigió a todos en general enseñándoles el dibujo. 

—A ver, mirad. Lo voy a explicar muy sencillo para que lo entendáis.

Su audiencia recibió el comentario con airadas protestas. Hasta Nadea emitió una ofendida exclamación. 

—Disculpad —reculó el hada —. Estoy nerviosa. Demasiados peligros de muerte para mis nervios. Lo que quiero decir es que yo llevo desde que aprendí a leer investigando sobre el mundo al otro lado de la frontera, hechizos y el limbo… 

—¿El limbo? —le interrumpió la sirena curiosa. 

—Ssssi, bueno. Hay una teoría que dice que el gran hechizo llevó a nuestro mundo a un limbo de días y noches eternos… ¡pero centrémonos en ahora! —determinó rápidamente —. El caso es que vamos a entrar en una sala en la que veremos unos símbolos dibujados en el suelo y los cadáveres de los que los hicieron, todo conservado con magia. Va a ser espeluznante —les advirtió tragando saliva ruidosamente. 

La verdad es que no tenía ningunas ganas de entrar a un lugar así, pero, sin ella no tendrían la menor oportunidad. 

—Los símbolos se mantienen intactos a la erosión y al paso del tiempo, pero no a fuerzas externas como, por ejemplo, nosotros. Si las pisamos o las modificamos, de la forma que sea, habrá consecuencias. Cuando la frontera comenzó a moverse pensé que Nadea los habría tocado de alguna manera, pero, me ha quedado claro que nunca llegó hasta aquí. Es de suponer que ha sido otra persona. 

El hada guardó un teatral silencio para ver el efecto que sus palabras habían causado entre los presentes. 

—¿Estás diciendo que no somos los únicos en la cueva? —preguntó Gureo notando que se le ponían todas las escamas de punta. 

—Es de suponer que alguien más ha estado aquí —continuó Parsea —. Aunque, espero que ya se haya ido —deseó el hadita con todas sus fuerzas —. Aún así, tenemos que prepararnos para cualquier sorpresa. Pongamos que los visitantes son mitos. Entonces lo ideal sería que Avan se introdujera sigilosamente en la cueva fundido entre las sombras. Pero si son criaturas… —Volvió a tragar saliva asustadísima con esta segunda idea —. Entonces, el plan debería ser… debería ser…

Nadea le hizo amigables gestos para que continuara, mientras a Gureo se le veía a punto de perder la paciencia. Avan, por su parte, apenas parecía una sombra más en los más profundo del túnel. Nadie podía apreciar la expresión de su cara. 

—Me refiero a que del plan B debería ser yo —continuó Parsae —. Si nos encontramos con criaturas, nuestra mejor baza es cegarlos con mi resplandor y salir pitando. 

—Pero eso también afectaría a Avan —protestó Nadea. 

—Déjame terminar —pidió el hada enérgica —. Entended lo que estoy diciendo porque estoy poniendo en gran riesgo mi vida… 

—Y la de Avan —se obcecó la sirena. 

—¡¡¡Y la mía!! —aulló furiosa el hada. 

—Tranquilizáos —pidió el aludido desde su rincón oscuro —. Por favor Parsae. Continúa. 

A su pesar, el hada agradeció el gesto al vampiro. Seguía dándole un miedo irracional, pero tenía claro que le necesitaba para el siguiente paso. 

—Éste es mi plan: apago mi brillo…Sí puedo hacerlo, pero no me ha dado la gana —se dirigió a la sirena que parecía decidida a volver a interrumpirla —. Como decía, apago totalmente mi brillo y Avan me guía en la oscuridad. La poquísima luz del limo parece ser suficiente para él. Una vez dentro, comprobamos si nos enfrentamos a mitos o a criaturas. Si es lo primero, me quedaré escondida en mi rincón mientras Avan restablece los símbolos igual que los que hay en este dibujo. Si son criaturas, le haré una señal para que se proteja los ojos, y brillaré lo suficiente para cegarlos. Entonces tendrán que ser Nadea y Gureo los que restablezcan los símbolos. Luego ayudaré a Aván a salir de la sala y ¡ahuecamos el ala! 

—¿Y si son mitos y criaturas? —preguntó Nadea inocentemente. 

—No creo que sean capaces de trabajar juntos. Las criaturas dan mucho miedo —determinó el hada mirando a Avan con mala intención. 

—Cómo si me importara lo que la señorita luciérnaga piense de mí —estalló enseñando los colmillos, aunque nadie lo notó gracias a las sombras que le rodeaban. 

—Esto no es un buen comienzo —opinó Nadea molesta —. Parsea por favor, discúlpate con Avan. Tenéis que llevaros bien si la vida de todos va a depender de tu plan —concluyó muy seria. 

—Estoy de acuerdo —intervino Gureo, que había permanecido en silencio hasta ahora. 

Hacer grandes planes no era lo suyo. No era tonto, pero estaba demasiado acostumbrado a seguir unas rutinas y una repetición de patrones que le aseguraban seguridad y tranquilidad. Se sentía muy perdido dentro de esa espantosa aventura a la que le habían arrastrado sin comerlo ni beberlo. Pero de algo estaba muy seguro, quería volver sano y salvo a casa. Y con Nadea a su lado. 

Tampoco le deseaba ningún mal al resto del equipo. Aunque, siendo sinceros, al vampiro a lo mejor un poco de inquina sí que le tenía. No soportaba cómo miraba a la sirena, como si fuera algo suyo, ¡y ni siquiera se conocían hacía apenas unos días! Él llevaba toda la vida a su lado. La conocía mucho mejor que el pálido bastardo.

Alejó su mal humor e intentó concentrarse en su situación actual. Sólo tenían el plan de Parsea, pero él creía tener una idea aún mejor. 

—Tenemos que llevarnos bien para sobrevivir. Es un hecho, pero no entiendo por qué tenemos que entrar en esa sala de los horrores. Podríamos desandar el camino…

—¿Tan cerca del final? —exclamó el hada. 

—¿Sin salvar al mundo? —protestó Nadea a la vez. 

—A mí el mundo me importa un pimiento —estalló Gureo. 

—Te importará cuando la oscuridad llegue a Mar del fin, te lo aseguro —le dijo estremecida Parsae —. Una vez llegados a este punto. Sólo podemos ir hacia delante —concluyó muy segura—. Además…

—¿Además? —le alentó la sirena. 

—Además, se supone que en la sala hay una salida directa al exterior…

—¡Quéeee! —gritó el tritón enfurecido —. ¿Y por qué no nos metimos por ahí desde el principio?

El hada se encaró con él un poco harta de su actitud agresiva. 

—Primero: había que encontrar a Nadae, ¿recuerdas? Segundo: esa salida de la que hablo da a algún lugar al otro lado de la frontera. Evidentemente, prefiero volver por el camino lleno de trampas por el que hemos venido que acabar rodeada de mosntr… —Parsae se calló de repente mirando con cautela en la dirección del vampiro —. Quiero decir… yo…

—Está bien —le cortó Avan seco —. Ya has dejado claro como un millón de veces lo que piensas de mí y de los que son como yo. No te molestes. 

Parsae se sintió un poco culpable. No podía evitar desconfiar de él, pero, en momentos como ese, sólo veía a un chico sólo y asustado. Tan asustado como ellos. 

Mitigó al máximo su fulgor, se armó de valor y se acercó a su escondite en la penumbra. 

—Está bien. Lo siento, vale. Admito que hasta ahora lo único que has hecho es ayudarnos. Hagamos una tregua —y dicho esto le ofreció su mano. 

Aván se lo pensó un poco, pero acabó estrechándosela. No ganaba nada discutiendo con ella. Lo mejor era avanzar, salir de allí, convencer a Nadea para que le acompañara y romper el maldito lazo de una vez.


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