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Mostrando entradas de abril, 2022

Epílogo

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     Nadea y Avan siguieron con sus vidas en sus respectivos pueblos y, siempre que podían, se escapaban a la costa para disfrutar de su mutua compañía. A veces, les acompañaban los lobitos, los vecinos del vampiro (al final se hicieron bastante amigos) o algún familiar. Los que nunca volvieron a la frontera fueron Gureo, ni Parsae.      Al padre de la sirena le sentó como un tiro la situación, pero, curiosamente, la madre la aceptó con gran facilidad. Sabía que su hija no se conformaría nunca con la tranquila vida que podía ofrecerle un tritón de Mar del Fin. Además, le cayó muy bien el vampiro. Parecía que se complementaba muy bien con la loca de su hija y que era ideal para centrarla. Sentía que ese chico pálido y oscuro era muy buena persona y eso le bastaba.      Inizia estaba encantada con su nuera y las dos se reían mucho juntas cuando se veían. La bruja se lamentaba por haberla odiado tan profundamente cuando pensaba que era una sádica rompecorazones. La acogió como parte de la

Tomo 3: CAP 13: Arrepentimientos

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     Avan observaba el agua sentado en la roca de siempre. De tanto visitar la frontera, su piel se iba acostumbrando poco a poco a esa intensidad de la luz, muy escasa para un mito, pero desbordante para una criatura.      Sabía que había hecho lo correcto dándole a entender a Nadea, de la forma más cruel posible, que para él no significaba nada. Así la alejaba y le daba la oportunidad de comenzar una vida mejor que la que él hubiera podido ofrecerle.      Además, Astando le había expuesto de forma rotunda todas las razones por las que la sirena debía volver a su mundo. Y estaba de acuerdo. Pero… pero… Ojalá hubiera habido una mínima opción de permanecer juntos. Se hubiera aferrado a ella como un loco.       Cuando acabó el rito y notó como se desvanecía el efecto de dependencia del lazo, le invadió otro sentimiento, también muy fuerte, que nada tenía que ver con la sed ni con la necesidad de posesión. Sólo quería que esa personita azul que tenía delante fuera feliz, sin importar nada

Tomo 3: CAP 12: Segundo intento

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     —Que no quiero —se empecinó Nadea —. Que no. Qué es lo que no entiendes Avan. Me has confesado que me quieres. Me da igual todo lo demás.      La sirena arrugó el rostro enfurruñada y se cruzó de brazos.      Avan, por su parte, se llevó la mano al puente de la nariz pelliscándoselo irritado.      —Que te digo que no es amor de verdad. ¡Entra en razón!      Pero ella no parecía querer escucharle ni por asomo.      —¿Y si rompemos el lazo y luego yo te quiero y tú a mí no? —alegó mirándole con desconfianza —Nunca has apostado nada por nuestra relación.      —Porque es una relación IMPOSIBLE —gritó el vampiro perdiendo la paciencia.      Astando carraspeó para llamar la atención de la joven pareja, que estaba a punto de dejar de serlo, se pusiera la sirena como se pusiera.      —Disculpe joven, pero, me temo que es lo mejor —le explicó el brujo con tono duro —. Pertenecen a mundos muy diferentes y, por lo que me han contado, es un lazo de lo más irregular. Es comparable a nuestro he

Tomo 3: CAP 11: El cónclave de brujos

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     Astando interrogó a los chicos exhaustivamente, primero en grupo y luego por separado, cuando por fin logró ganarse la confianza de la sargento de hierro. Aunque Siliba no cedió en que ella debía estar delante en todo momento.      Aún tuvo que aguantar el brujo otra interrupción cuando Inizia se despertó y salió corriendo de la habitación gritando los nombres de sus hijos. Cuando los tres corrieron a su encuentro y pudo comprobar que estaban bien se tranquilizó un poco, aunque se quedó horrorizada cuando se dio cuenta de que a Avan le faltaba un colmillo.      —¡¿Qué te ha pasado?! —preguntó con un hilo de voz.      Pero las explicaciones tuvieron que esperar ante la petición de Astando de continuar con los interrogatorios lo antes posible. Afortunadamente, le llegaron los refuerzos que había pedido al cónclave para acelerar el proceso. Demasiados testigos que interrogar, demasiada información dispersa…      Aunque aún hubo otro pequeño revuelo cuando la bruja se encontró con el

Tomo 3: CAP 10: Preguntas y más preguntas

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     El extraño personaje se hizo cargo de la situación atendiendo a Avan de inmediato. Con experta magia, le alivió completamente el dolor y regeneró lo que pudo de las encías, cerrando la terrible herida de la boca.      —¿Estás seguro de que ha sido un accidente? —preguntó desconfiado —Mi experiencia me dice que el colmillo ha sido arrancado de cuajo. Por cierto, ¿dónde está?      —¿El qué? —preguntó el joven vampiro claramente aliviado de librarse por fin del dolor y las molestias.      —El colmillo. ¿Dónde está?      Un denso silencio se hizo dueño de la habitación, pero lo rompió un chillido que venía del piso inferior.      “Estupendo”, pensó Avan. “¿Y ahora qué?”.      Los jóvenes bajaron en tropel para ver qué ocurría. Alguno casi acabó rodando por los escalones. Estaban llenos de adrenalina y ni siquiera se pararon a pensar que a lo mejor era más prudente esperar en la habitación.      El brujo les siguió con mucha más calma.      En el piso de abajo se encontraron a una horr

Tomo 3: CAP 9: Cómo extraer un colmillo

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     —Pensaba que lo decíais de broma —se quejó Istio más verde que un brujo.      Aun así, parecía encontrarse mejor que Revi, que tuvo que salir corriendo del baño y acabar vomitando en el otro pequeño aseo que tenía la casa de Avan en el piso superior.      Nadea le cogía la mano al desencajado Avan angustiada y llorando a lágrima viva.      El único que no parecía muy afectado era el ensangrentado hombre lobo, que tenía unas tenazas en una mano y un colmillo en la otra.      —Que poco aguante tenéis —se burló agitando el colmillo delante de Avan con una expresión de triunfo en la cara —. Te lo he sacado de un tirón, ¿eh? No te quejarás.       El pobre vampiro temblaba y gemía todo lo bajito que podía, aguantando a duras penas el dolor, que aún le aquejaba, para que no le oyera su madre y el invitado, que aún no se había ido. Afortunadamente, sus hermanos no estaban en casa. Seguramente, Siliba habría llevado a Saimi al parque o a dar un paseo.      Parsae le sujetaba la otra mano t

Tomo 3: CAP 8: Confidencias

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     —¿Le mordiste en contra de su voluntad? —se escandalizó su vecino.      Avan tragó saliva ruidosamente.      —¡No! —negó con vehemencia —Es que estábamos dormidos y yo soy sonámbulo. Fue sin querer.      —¿Estabais durmiendo juntos? ¡Jo! Con el pringado. Él sí que sabe —se burló Istio con una risa desagradable.      —En realidad, yo me había desmayado cuando me atacó —quiso arreglarlo Nadea.      Seis pares de ojos se clavaron en el vampiro con muy diferentes expresiones: reproche, asombro, incredulidad, rabia, curiosidad...      —¡No fue así! —se giró histérico hacia la sirena — No fue así —repitió para todo el mundo.      Pero nadie le contestó. Debían estar haciéndose sus composiciones de lugar.      —Bueno, sí que fue un poco así, pero ¡yo estaba dormido! Caminaba sonámbulo. Ni siquiera me enteré de que la estaba mordiendo —se justificó.      —Se arrepiente profundamente de haberme mordido —añadió tristemente Nadea.      —Pues si él se arrepiente, yo me presento voluntario par

Tomo 3: CAP 7: Secretos no tan secretos

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     Otra vez se convirtió Avan en el centro de las mofas y burlas del pueblo. Guiaba hacia su casa al hada, totalmente apagada y con la boca bien cerrada para que pudiera pasar por una extraña vampira y al tritón, al que su ropa le quedaba muy justita, pero que, afortunadamente le tapaba toda la piel.      Tenía un plan para sacarse el colmillo, pero necesitaba a alguien violento, fuerte y con estómago para llevarlo a cabo. Seguro que a Estervio le divertía mucho hacerle sangrar y no iba a necesitar rogarle mucho para que se prestara a ayudarles.      Pero primero tenía que encontrarlo y era de suponer que Revi sabría sobre su paradero, ya que tan buenos amigos eran.      Y antes que todo eso, necesitaba ropa. No pensaba presentarse en calzoncillos y camiseta frente a su vecino. Aunque seguramente, ya quedaban pocos en Nimarium que no lo hubiesen visto de esa guisa. Unos silbidos, seguidos de unos piropos dirigidos a su trasero le hicieron apretar el paso.       A Gureo, la situación

TOMO 3: CAP 6: El miedo y la pérdida

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    Nadea salió del despacho cegada por las lágrimas. Corrió sin rumbo por los pasillos del desconocido edificio sin saber muy bien dónde estaría la salida o qué hacer.      Se cruzó con muy pocas personas, porque todavía estaban en horario de clase. Un bedel intentó atenderla, pero ella lo esquivó torpemente y siguió corriendo. El trabajador siguió a lo suyo. Los alumnos no eran su problema, él sólo se encargaba del mantenimiento y no le gustaban los follones. Por eso la dejó ir.      Pero no llegó muy lejos, porque poco después la paró un profesor.       —Señorita, ¿se encuentra bien? Si ha tenido problemas con algún compañero puede contármelo y seguro que encontramos una solución.      Nadea abrió los ojos desmesuradamente. Quien se erguía ante ella con cara de preocupación era el mismísimo Aristo, pero no daba visos de reconocerla.      —Tiene un maquillaje muy original —le comentó él intentando distraerla de lo que fuera que le angustiara —. Pero no debería abusar de él. Seguro qu

Tomo 3: CAP 5: El rito para romper el lazo

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    Avan tocó a la puerta y se alegró de escuchar la voz de su profesor en el interior invitándoles a entrar.      La abrió y accedió al despacho con Nadea detrás. Aún tenía cogida su mano y en ese momento se la apretó con nerviosismo.       —Au —se quejó bajito la chica.      El vampiro la soltó y levantó la mirada, que hasta ahora había mantenido en el suelo. Cada vez se sentía peor. Sentía como un extraña angustia le bajaba por la garganta y le revolvía el estómago.      Su profesor dejó a un lado los papeles en los que estaba enfrascado, se levantó, como si tuviera un resorte en el trasero, y fue presuroso a su encuentro con una expresión de alivio y de alegría en la cara.      —Avan, nos tenía usted muy preocupados —le reprochó apretándole cariñosamente el brazo.      Entonces reparó en la chica que continuaba semi escondida a las espaldas de su joven alumno.      —Buenos días, señorita —la saludó educadamente —. Supongo que usted es la causante de todo este lío.      Nadea parpad